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La velocidad es una simple relación que existe entre el espacio recorrido por un (auto) móvil y el tiempo que se emplea en recorrerlo.

Aun así, el lenguaje empleado por la sociedad en general asimila la velocidad con la rapidez. Por eso cuando se habla de velocidad tendemos a pensar en la rapidez con que se hace o se piensa una cosa.

Hoy en día, esta rapidez de las acciones es parte fundamental de la calidad de un proceso. Calidad es hacer las cosas bien, rápidas y con el menor coste posible. Qué fácil decirlo y que difícil conseguirlo.

La velocidad no vale nada sino está unida a los otros dos factores que complementan el término calidad. De nada vale hacer bien las cosas si se tarda una eternidad y cuesta mucho dinero. De nada vale ahorrar gastos o hacer las cosas con celeridad si la atención específica y personalizada es insuficiente o si el vehículo sale defectuoso.

En Cuellar, tanto en la venta de coches de ocasión y nuevos SsangYong, como en el taller multimarca, los tres factores están compensados, tienen la misma importancia, y no están nunca uno por encima del otro.

El trabajo diario de Cuellar es perseguir esa meta. Conseguir un producto de calidad mediante un proceso de calidad es trabajo de todos y para todos, ya que todos nos beneficiamos de ello.